Crónica
La Casa Castro de Toro
ASÍ NARRA LA NIETA DEL FOTÓGRAFO
¿Para
qué sirve un gato?
Para contar historias en 6
miaus
Primer Miau
He
asistido al café de hoy con impresiones tomadas de Wikipedia. La historia es la
historia y allí está, incluso en la Internet, fácil, click aquí, doble click después,
aunque uno quisiera que ciertos libros de historia tuvieran pasta y polvo y
estuvieran llenos de mapas, de retratos, de cuadros arqueológicos, de hojas
intermedias cuasitransparentes con una araña en relieve como dispositivos
formales que ratifican su aura de antigüedad.
Segundo Miau
Cuenta la enciclopedia que un familiar de mi padre antes de
hacer los votos que lo hicieron casto, pobre y obediente llevaba los nombres y
el apellido que corresponden a los tíos de la familia, nombres que han pasado
de generación en generación y que confirman el parentesco. Son ellos Juan
María, Miguel, Manuel María, Mario y José María predominantemente. En el caso
de este relato, Juan Manuel Castro, quien
al hacerse presbítero se llamaría Juan Manuel de Castro y Mendoza más conocido
como Vizaconde Juan Mendoza. Este
presbítero es grande para la historia: trasladó la ciudad de Cartago del sitio
inicial donde había sido fundada el 9 de Agosto de 1540 por el Mariscal
Robledo. De Castro y Mendoza cogió la
población que antes estaba en El Otún y se la llevó a orillas del río La Vieja.
La fecha del traslado fue el 21 de Abril de 1691 y en el lugar dejado nació
Pereira. El nuevo lugar que tomó Cartago
fue significativo para la comunicación entre el Chocó, Cali y Popayán. Cartago es una de las ciudades más antiguas
del Valle y de Colombia y su importancia histórica no la conocemos los
habitantes del Valle. Varios fueron los motivos del traslado, deseos expansivos,
mejores paisajes, etc, pero hubo uno que
sirvió de excusa : la invasión de Los Pijaos, quienes ya estaban vencidos y dispersos cuando
Cartago “pensó” en abandonar su primer sitio.
Tercer
miau
Lo que a
continuación se cuenta tuvo por escenario la vivienda familiar de lo que hoy
sigue siendo La Casa del Virrey, patrimonio arquitectónico y cultural de
Colombia.
La Casa del Virrey es hoy también el centro de historia Luis
Alfonso Delgado, allí funciona el centro de documentación que no sólo preserva
papeles sino fotografías, es también prácticamente la misma casa por la que
corren los niños que van a estudiar música en la escuela Morales Pino pues por
una puerta se entra al conservatorio, por otra a la casa del Virrey, pero por
notas musicales, por baldosas, pasillos y puertas se comunican por dentro. La
vía que pasa por la puerta de la Casa del Virrey es peatonal y le corresponde en belleza y antigüedad a La
casa. A tan solo una cuadra de ahí, funciona una talabartería que realmente es
uno más de tantos negocios, oficinas e instituciones que por ahí funcionan pues
se trata del lugar más céntrico de Cartago en materia de vida pública. “La cuarta” es la calle que “pasa” por la
esquina de La Casa del Virrey, no sólo es eje de movilidad de Cartago sino que
esa misma cuarta termina convertida en la carretera que va para Toro.
Fue en esa talabartería
mencionada que encontré el amor de estos gatos y el amor de sus dueños por
ellos. Los gatos se pasean por entre las monturas de caballos, mesas, vitrinas y mobiliarios del negocio encontrando
un relieve interesante para desplazarse, subir, bajar, saltar, cazar,
esconderse, jugar, encontrar texturas sorprendentes, manifestarse el afecto, dormir
y desperezarse.
Cuarto
miau
Un día
llegaron a casa del Virrey tres nobles entre ellos el oidor. Eran anfitriones y
dueños de la casa Don Sebastián de Marisancena y Doña María Josefa Sanz de San
Juan y Vicuña. En su corto matrimonio
habían dado a luz a José Trinidad, Florentina, Francisco Ramón, un párvulo que
murió siendo niño y estaba por esos días de brazos la niña Margarita Luisa de
La Cruz.
Don Sebastián,
nacido en Cartago, era hijo de Don Miguel Tomás Sancena y Mendinueta y de Doña Juana López de La Parra
y Heredia. Por su noble origen y por haber realizado hasta el viejo continente
un viaje de servicio al Rey había recibido de La Monarquía prerrogativas y
títulos altos. Uno de los privilegios que lo regocijaban era el anteponer a su apellido Sancena cuatro
letras más, el prefijo ‘Mar –Y-‘ , Mar por haber cruzado el Mar unidos a su
apellido Sancena daban por resultado “Marisancena”.
La noche de
la visita ilustre Doña María Josefa siguió las exquisiteces de su calidad de
anfitriona, dueña y esposa del ilustre Sebastián, pero cuando la visita
abandonó la casa, su esposo le hizo un reclamo verbal ofensivo por no haberse
ataviado con todas las joyas que él le había solicitado lucir. Doña María
Josefa escuchó la agresión, tomó a la niña entre sus brazos, se fue a casa de
sus padres para siempre y treinta y cinco años después regresó a la que había
sido su casa para despedirse de Don Sebastián. Entró Doña María Josefa de
espaldas a la habitación y le dijo :
“Porque Dios lo manda, te perdono, pero no olvido” y se retiró. Para entonces
Don Sebastián, Alférez Real y hombre de grandes obras, había recibido los
santos óleos.
Quinto miau
Sin embargo,
Don Sebastián no perdió a su hija con la ida de su esposa. Fue justamente Doña
Margarita Luisa quien lo cuidó en su lecho de enfermo. Doña Margarita se casó con el señor Manuel
José Feijoó Sanchez. Murió en 1875, fue sepultada en el Campo Santo de Cartago,
la Villa de Robledo, como se le conoce.
Dice la
memoria oral que a principios del siglo XX un terremoto sacó a la buena hija de
su entierro, que su cuerpo estaba intacto, que sus familiares la arreglaron con
lujos y se la llevaron a vivir en un féretro al segundo piso de la casa en
donde había nacido : La Casa del Virrey. Allí permaneció insepulta hasta los años 40
cuando el Padre Hernando Botero O’Byrne la sepultó en un sitio cuyo secreto se
llevó a la tumba.
Sexto
miau
Queda por
contar que Don Sebastián tenía el título de Alférez Real, que utilizó mucho de
su dinero en la construcción del camino del Quindío, que fue fundador de la
población de San Sebastián de La Balsa, en donde había una aldea llamada
Furatena y hoy es Alcalá. La Casa del Virrey fue construida a finales del siglo
XVIII. Por orden del 006 de Mayo de 1997 del Consejo de Monumentos Nacionales fue
declarada Monumento Nacional. A la entrada sigue estando el Escudo de Armas
tallado en piedra que contaba con el privilegio “de cadena” que consistía en
indultar a los reos condenados a muerte
que al pasar por la casa lograban agarrarse del aldabón. Cuenta el
historiador Jorge Peña Durán que ese
escudo había sido otra de las recompensas del rey. Su dirección es la Calle 3
número 4 – 53.
Al frente de
una de sus puertas un pequeño aviso anuncia que se restauraban muebles viejos. Eso
lo cuentan mis ojos que han ido a verla. Entre tantas cosas que luego se
contarán hay que decir que los cuadros de la familia de los fundadores de la Casa
son del gran pintor retratista del siglo XIX Joaquín Jaime Santibañez y que La Casa lleva el nombre en honor a la
visita del Virrey Ezpeleta, quien cuentan
las lenguas nunca llegó.
Espere mañana : La tercera crónica.
ResponderEliminarA medianoche entre el 30 y el 31 de Marzo.
Ana Maria, quede sorprendido con la solidez de tus seis miau, ese ritmo maravilloso como si fuere alfombra mágica se desliza entre el conocimiento histórico y el embrujo del enlace que haces en cada frase queda uno hechizado para despertar en el lente de tu Nikon registrado en las sutilezas de tu lenguaje donde sobran los sonidos. Jorge Enrique.
ResponderEliminarAna Maria, quede sorprendido con la solidez de tus seis miau, ese ritmo maravilloso como si fuere alfombra mágica se desliza entre el conocimiento histórico y el embrujo del enlace que haces en cada frase queda uno hechizado para despertar en el lente de tu Nikon registrado en las sutilezas de tu lenguaje donde sobran los sonidos. Jorge Enrique.
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